Segundo principio de Decálogo Verde de la Campaña "Si cuidas el planeta, combates la pobreza" inspirada en la Encíclica "Laudato Si'".
Este principio nos habala de reaprender y redescubrir la grandeza de vivir la vida con sencillez y simplicidad. Valorar lo pequeño; agradecer la vida. Se trata de la importancia de valorar lo sencillo.
Debemos reflexionar sobre nuestras prioridades y considerar si vivimos por encima de nuestras necesidades, consumiendo más bienes de los oportunos. Este estilo de vida ha desencadenado una crisis global y pone de manifiesto la insostenibilidad económica y medioambiental de nuestro modelo de consumo.
La búsqueda incesante de lucro trastoca las posibilidades de alcanzar modelos equitativos, pues acumular capital, material y riqueza empobrece la llegada del Reino de Dios y de su Justicia. Es momento de hacer nuevas todas las cosas, de generar espacios para la esperanza, desde cada persona, gesto y acción, porque cada acto cuenta, por insignificante o pequeño que sea.
"La espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres" (LS, 222).
La encíclica Laudato Si' del papa Francisco, nos marca el camino para redescubrir el valor de la sencillez y reflexionar acerca de nuestros estilos de vida. La búsqueda de la sostenibilidad es una oportunidad para volver a las fuentes. Necesitamos basarnos en otro modelo de desarrollo para tener "la posibilidad de un futuro nuevo desarrollo" (Benedicto XVI, Cart. enc. Cartias in veritate, 21).
Una vez más estamos invitados en este tiempo a prepararnos para vivir una Navidad con sencillez. Estamos llamados a encontrar la felicidad en lo pequeño, a sentir cercanas a millones de personas que viven injustamente en la pobreza, a movilizarnos e implicarnos para cambiar sus realidades y a compartir. Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre nuestras elecciones cotidianas, personales y colectivas, en relación con el consumo, la sostenibilidad y la utilización de los recursos. Tiempo de reaprender y redescubrir la grandeza de vivir la vida con sencillez y simplicidad. Además, como nos recuerda el Evangelio, hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch. 20, 35).